11 de abril de 2011

Un Engreído De Mierda…. ¿Enamorado?

Capítulo 2

Estaba recostado en su cama tratando de dormir un poco, cuando sintió suaves golpes en su ventana, parecía que pequeñas piedras chocaban en ella, perezoso se levantó y miró a ver de quien se trataba, y vaya sorpresa al ver que  era Misaki  quien golpeaba — ¿Qué hace ella aquí?— Se preguntó mientras abría.

—“Necesitamos hablar”— fueron las palabras de la chica, el asintió y le tiró la llave de la entrada principal.

—“Ni loca subo, te espero en el árbol”—dijo ella señalando el lugar donde hacía pocas semanas lo había rechazado, como siempre.

Usui se sentía como en una mala película romántica, donde la chica va en busca de su amado y es rechazada, mientras caminaba para acercarse a ella, —“Dios cada día está más hermosa y con ese pequeño pijama rosa y sus pantuflas de conejo se ve simplemente adorable”— esos eran los pensamientos del chico cuando la vio sentada en la banca bajo el árbol meciendo sus hermosas piernas.

El verano en todo su fulgor  estaba haciendo estragos como cada noche, donde la temperatura era insoportable, sin camisa, sólo con un pantalón de mezclilla y descalzo se acercó  a ella.

—“Hola”— saludó, esperando que ella arremetiera en su contra por el suceso de la cafetería en la mañana, pero eso no pasó, sólo se escuchó de sus labios una pregunta en un tono que él jamás habría esperado que ella usara con él.

—“¿Por qué?”— preguntó ella demasiado suave, desarmando las barreras que él se había impuesto, ya no quería más problemas, estaba dispuesto a dejar todo eso en el pasado. En la mañana cuando vio la cara de horror que ella tenía al escuchar su declaración, tomó la decisión de dejar  todo el tema de “Te persigo porqué soy idiota”,  ella nunca lo iba a aceptar y él estaba cansado de sus rechazos, pero entonces ¿Por qué quería abrazarla?  Parecía tan frágil, a un lado quedaba la Misaki Ayuzawa fuerte y mandona.

—“¿Por qué, qué?— preguntó de vuelta

—“Sabes de que te hablo, no te hagas el tonto”— dijo ella sin levantar la vista y de nuevo con ese tono suave, él empezó  a hablar sin responderle, era ahora o nunca. 

—“Cuando te vi la primera vez, pensé que eras un espejismo, eres tan hermosa,  ese día te mostré cuan idiota puedo llegar a ser, pero tú y tus ojos me hechizaron y ya no pude despegar mi vista de ti. Puedo decirte cuantas pecas tienes en tu nariz o que tus ojos cambian de tono cuando estas enfadada, que por lo general soy yo el culpable, también sé que muerdes el lápiz cuando estás nerviosa o que cuando nadie te está viendo tarareas las canciones que te gustan, sé que no es lo que querías escuchar y cuanto te desagrado, pero no me lo podía guardar, espero sepas disculparme y también quiero que sepas que esto no volverá a pasar”— habló con premura, creyendo que el momento terminaría y ella volvería a gruñirle como siempre.

Al ver el silencio que había entre los dos, quiso romperlo pero no sabía cómo, ya le había confesado todo y ella solo seguía meciendo sus pies como si no hubiera escuchado nada, se sentó  recostado en el tronco del árbol y espero a que ella procesara lo que acababa de decirle, cerró los ojos queriendo calmar sus nervios y esperó de nuevo a que ella reaccionara, escuchó como se levantaba, se marcharía, nunca le daría una oportunidad.

Cerró sus ojos con más fuerza, sintió un fuerte dolor en el pecho —“¿Esto es lo que llaman un corazón roto?”— Se preguntó con tristeza y negándose a abrir los ojos, no quería verla partir, no quería sentir su rechazo nuevamente; el también sufría, tenía sentimientos, su corazón no era de piedra, pero eso ella no lo notaba, ni ella, ni nadie, él siempre tenía una sonrisa en su rostro, un tonto comentario en su boca o una mirada sexy para las chicas, aunque en el último año hubiera tratado de cambiarlo;  pero esta era su realidad la chica a la que amaba, porque eso era lo que sentía, así ella nunca le hubiera dedicado una sola de sus sonrisas o una tierna mirada, es más  nunca lo saludaba así el tratara de estar presente en cada clase, se sentara con ella y le hablara solamente de las cosas de la universidad y aun así nunca le hablaba, a no ser que fuera para gritarle o rechazarlo.

—“¿A qué viniste?”— le preguntó mientras se levantaba  y la veía de pie de pie bajo la luz de la lámpara que adornaba ese pequeño lugar y de nuevo, silencio

—“Si es para las actividades de la próxima semana ya todo está listo y si no confías en mí, puedes revisar como siempre lo haces”— más silencio y ya no lo soportaba más, comenzó a caminar en dirección a su dormitorio.

—“¿Por qué yo?”— escuchó que ella le preguntaba

—“No lo sé, siempre has sido tú”— dijo deteniéndose al lado de ella —“nunca lo he entendido, ni el  como, ni el por qué, pero estás aquí”—dijo señalando su pecho —“Y aquí”—señaló su cabeza y continuó su camino, cuando llegó a las escalas que lo llevaban a su dormitorio se detuvo; quería devolverse, abrazarla, darle un beso y demostrarle cuanto la quería, sentía que si se alejaba esta vez sería para siempre y no quería eso, pero él ya lo había dicho todo, cuando iba a comenzar a subir de nuevo sintió como  una pequeña mano atrapaba la suya y lo detenía.

—“¿Por qué?”— ahora fue su turno de preguntar

—“No lo se, lo único que sé es que no te puedo dejar marchar”— dijo ella acercándose a él.



Hermosa el segundo, espero que te guste

Los personajes de Kaichou wa maid sama no son mios, son de Hiro Fujiwara



1 comentario:

  1. Quedó super... me muero por saber que pasa despues jajajaj....

    Un abrazo

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Excelentes Campañas De La Blogósfera